sábado, 26 de julio de 2008

Príncipes no tan azules

Por mucho tiempo llegué a creer en los “príncipes azules”, aquellos apuestos caballeros que rescatan princesas desvalidas. Y viví mucho tiempo a la espera de conocer uno.

Cierto que yo no era una princesa, ni tampoco era desvalida, pero nada me costaba soñar. Hasta que por fin un día ese sueño se hizo realidad… y ahí estaba él, mi príncipe azul. A decir verdad no era príncipe y menos azul, por cierto tampoco tenía caballo. Pero ahí estaba ante mis ojos el soñado caballero.

En un primer momento, rehuída su mirada pero conforme pasaron los minutos ya no lo hacía y al cabo de unos instantes, mi príncipe se había acercado a presentarse e invitarme muy cordialmente a tomar un café. Yo todavía encandilada por aquel mozuelo de sonrisa perfecta, acepté con el mayor gusto del mundo.

Aquella tarde fue muy amena y placentera y por ende quedamos en vernos en otro momento. Intercambiamos números de teléfono y correos electrónicos, era un príncipe moderno. Cuando se fue me quedé pensando en sus cabellos ligeramente rizados y en sus ojos castaños y profundos, estaba embobada y me preguntaba de que cuento se había escapado.

Sin embargo, en las siguientes salidas, el encanto del príncipe aminoraba paulatinamente. No era ni la mitad de romántico que había pensado, no quería un dulce a mi lado, pero tampoco un desinteresado total en ese aspecto. Lo más lindo que me dijo durante todo el tiempo que lo frecuente fue un “Me interesas demasiado Gabriella”.

Para mi fue un “ohhhhhh” pero todo quedo en suspiros, esperaba que después de eso me dijera algo más… pero estaba esperando por gusto. Ya la venda inicial del primer encuentro se había caído con todos aquellos “detalles” y pude darme cuenta de lo superficial que podía llegar a ser.

Se preocupaba sólo por su físico y el mio y de cuanto tengo que cuidarme para verme bien y pareciera que para estar junto a él, tendría que cuidarme por el resto de mi vida hasta que la cordura nos separe. Eso indiscutiblemente no tenía sentido para mi.

De pronto mi “príncipe azul” resultó un pretencioso y arrogante jovenzuelo, era la antítesis de lo que yo esperaba de un príncipe y después de hablarlo con él, decidí abandonar el cuento.

Ahora pienso, dónde están aquellos príncipes azueles? Acaso la modernidad arrasó con todos ellos?... Llámenme ilusa pero yo aún sigo esperándolo, cuanto tarde en aparecer.. no lo sé, espero no mucho y espero valga la pena esta vez.

1 comentario:

sybilla dijo...

Yo creí erroneamente que había encontrado al Principe Azul de mi cuento personal, no pude estar mas equivocada.. Los principes azules existe solo en historias.
Amiga, no nos limitemos a principes y menos de colores, el mundo está lleno de posibilidades y tengo fe de que cuando encontremos a nuestro respectivo "the one" seremos mas felices que en cualquier cuento de hadas. Te quiero.