martes, 26 de agosto de 2008

El último timbrado

Justo al cerrarse por fin la puerta un hilo de lágrima corría nuevamente por sus ya húmedas mejillas pensando que el gran amor de su vida ya no lo era más, pensar que todo lo que había soñado no eran otra cosa que bellos sueños y Daniela sabía bien que los sueños no se cumplían, que eso era sólo en los cuentos de hadas que leía de niña.

Ese día hubiera sido perfecto, Daniela estaba feliz de saber que horas más tarde vería al dueño de su corazón; cuando por fin sonó el timbre y corrió para abrirle las puertas de su hogar creyó desconocer al hombre que entro por aquella puerta, era su cara...si, claro que si, pero su comportamiento frío casi congelante y la culpabilidad en su rostro, hicieron una línea más en su ya dañado corazón, una vez más todo el amor que ella sentía fue menguando. No entendía como era posible que aquel ser una vez extraordinario no se diera cuenta que estaba matando el amor que ella le entregaba tan pura y tiernamente.

Una vez más Daniela se sentó en su viejo escritorio de madera fijando su mirada en un cuadro que alguna vez su amado le había regalado, no podía creer que fuera ella la que tomaría tan drástica decisión y estaba segura que tampoco Gonzalo esperaba eso; jamás hubiera imaginado por su soberbia cabeza que Daniela podía mandar todo por la borda. La presión que sentía por no saber que pasaría luego era desesperante y agobiante, eran miles de espinas clavándose en sus pies y mientras ella intentaba sacarlos uno a uno, se encontraba con más y más hasta hacerla desistir de su intento. Ohh Dios!!! fue tanto el tiempo que pasaron juntos, fue demasiado el tiempo que habían vivido y compartido el uno junto al otro.

Inmersa en pensamientos futuros y antiguos recuerdos, no escuchó el teléfono que se desesperaba por hacerse escuchar. Por fin cuando dejo su incesante y desesperante ruidito ella despertó de su viaje a otra galaxia para oír que tenía un mensaje en su casilla de voz, por inercia cogió el frío teléfono y pudo escuchar una voz que con mimos le deseaba una feliz noche y recordándole que mañana en la noche iría a recogerla del trabajo.

Por un momento esa llamada hizo desistir a Daniela de su ya tomada decisión, pensó que todavía había mucho del amor que Gonzalo había sembrado en ella, pero viendo su rostro húmedo y cansado en el marco plateado del cuadro, cambió nuevamente de parecer; ya no podía seguir siendo la que aguarda, no podía simplemente esperar a que el voluble carácter de Gonzalo arrasará con todo lo bello que Daniela aún tenía dentro.

Desde que se conocieron e iniciaron su larga historia no siempre había sido así, ya después de mucho tiempo las cosas cambiaron y Daniela pudo darse cuenta y tomar la determinación de prescindir de aquel hombre para continuar por su incierto camino. Ya no más pensó ella y lloró por última vez su destino, cogió el teléfono, marcó lentamente su número, timbró, timbró..., no encontró respuesta y colgó..., no quiso intentarlo nuevamente, sólo cogió su maleta de mano con todo lo necesario y salió sin rumbo definido dejando atrás a una vida casi en ruinas.

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